Llego ante ti ¡Oh, OpenEnglish! (fluidez garantizada) arrepentido y rendido a tus pies. Vengo a humillarme a mi mismo, a retractarme de todo lo que antes dije y a darte la razón. Tengo vergüenza por haber cuestionado tus métodos publicitarios, por haberme burlado de ti, por haberme burlado del peludo bobo y del calvo prepotente y por haberlos odiado… sí, a ellos tus personajes más representativos, ellos que representan tu lujosa imagen corporativa, ellos que exponen mejor que nadie tus métodos de enseñanza súper sofisticados, ellos que son pan de vida y cáliz de salvación de las cuentas financieras de tu compañía. Vengo a confesarme entonces, porque estoy arrepentido.
Yo confieso ante ti OpenEnglish todopoderoso, amo y señor de las franjas Prime Time en los canales de televisión internacionales, que he pecado. Confieso que la primera vez que vi un comercial tuyo dije “¿qué porquería es esto?” y las próximas cien veces que me bombardeaste con comerciales (mientras veía mis series favoritas en Warner, Fox, Discovery y los otros 97 canales del cable) mi ira por tus comerciales fue aumentando exponencialmente. Lo siento, de verdad. Pero no lo siento porque haya cambiado de opinión con respecto al humor que manejas en dichos comerciales (sigo pensando que es malísimo), ni porque haya dejado de odiar al peludo bobo o al calvo prepotente, sino porque de verdad tu estrategia publicitaria ha funcionado.
Para mí, la publicidad no es tanto una profesión, sino más bien una religión en la que creo fielmente: creo que sirve mucho, creo que me hace feliz y creo que me va a dar con qué comer el resto de mi vida. Es por eso que tú, OpenEnglish, te has convertido en una especie de semidiós para mí. Tal vez no un semidiós de los que aparece resplandeciente, súper agradable a la vista y por el que uno a primera vista se siente salvado; sino una especie de semidiós castigador, de los que hieren los ojos y remuerden el alma… así te has presentado ante mi. Me has castigado durante meses, obligándome a ver en cada canal tu presencia cuasi-omnipresente en la T.V, remordiéndome la conciencia con tus malos chistes y haciéndome equivocar un par de veces pronunciando /Washington/. Pero señor, he aprendido de todo eso, tus constantes flagelos han funcionado y me han abierto los ojos a la verdad: tu publicidad ha funcionado a la perfección. He visto en Facebook muchísimos grupos que hacen alusión a ti; en la universidad, en la calle, en las familias TODOS saben quien eres tú. Estoy seguro que eres el top of mind de la gran mayoría de personas cuando de “cursitos on line” se trata.
A pesar de tu falta de conceptos publicitarios en los comerciales, de la producción tan terrible de los mismos y del humor (subjetivamente) tan malo que manejas, has logrado posicionarte en un nivel muy alto en tu mercado, lo cual es muchísimo más importante que cualquier otra cosa. La publicidad finalmente es para vender y cuando eso se logra, los conceptos, el estilo, la producción y el resto de vainas estéticas pasan a un segundo plano para nada relevante. Es por eso que vengo arrepentido a confesarte que te critiqué muchas veces y que intenté desprestigiar tu exitosísima (sin sarcasmo) estrategia publicitaria. Ahora, sin argumentos para hablar mal de ti vengo a decirte que ¡he pecado!
I can talk washington too!
ResponderEliminarPaula: Exitoooo!