UN CUENTO DE BOGOTÁ
Llega un joven a la estación de Transmilenio
-Me da dos pasajes por favor?- le dice a la cajera, después de haber echo una fila de 5 minutos bajo una lluvia bogotana.
-No le puedo vender más de uno- responde la cajera.
El joven asombrado por tal estupidez acepta con rabia el único pasaje que le podían vender. Se va pensando "POR QUÉ, POR QUÉ, POR QUEEEEEEE". Media hora después sale de una cita médica a la que había llegado y llega de nuevo a otra estación
-Deme por favor un pasaje de $1700 y uno de $1400 para no tener que hacer fila a las 10 de la noche otra vez- le dice el joven a otra cajera
-No le puedo vender más de uno- responde la otra cajera
-Por qué?- pregunta el joven, mientras corrían ideas de venganza por su cabeza, como orinar la estación...
-Son las órdenes- responde la mujer
El joven de nuevo con ira e indignación por la imbecilidad de la alcaldía en este asunto que es simple y que lo han complicado enormemente acepta su único pasaje, sabiendo que luego de su clase hasta las 10 p.m tenía que volver a comprar de nuevo otro único pasaje. Pensaba que tal vez eso quiere la alcaldía: que los usuarios se sientan únicos con un único pasaje por trayecto. Se cuestionaba también sobre la capacidad (mental, física y preparación) de la alcaldía para manejar esta gran ciudad, sin llegar a saber si el alcalde es o no apto para gobernarla. Sin querer tampoco llegar a una respuesta, se alejó de la caja hacia el Transmilenio.
-Estúpido Petro- pensó mientras miraba qué ruta tenía que abordar.